Se pasaban el día entero persiguiendo el amor, pero no era.
Cada vez que lo alcanzaban o creían alcanzarlo se daban cuenta de que se trataba de un vaporcillo.
El amor les venía detrás, esperando a que pararan un momento para alcanzarles.
Por eso, cuando dejaban de buscar, perseguir, acosar y escudriñar y se metían en la cama resignados, el amor llegaba.
Eso si, hecho una pena.
Después de tener el amor todo el día detrás, corriendo de un lado a otro quedaba hecho un guiñapo y no había más remedio que hacerlo de nuevo cada noche....
Pablo Albo (99 pulgas)
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miércoles, 23 de enero de 2008
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1 comentario:
Ufff...cuanta razón tiene este chico! Y el final...GENIAL!
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